Poesía al Cautivo
¿Qué tú no has visto al Cautivo del barrio de la Trinidad?, ¿Qué tú no has visto al Cautivo?
Pues yo te voy a explicar lo que siente un malagueño la noche de Lunes Santo viendo al Cautivo pasar.
Imagínate un velero que se ha salido del mar y por las calles navega con las velas desplegás, portando un cristo radiante con las manos amarrás entre una nube de incienso, de romero y de azahar.
Andando viene el Cautivo con sus muñecas atadas y su mirada ausente, entre piropos y oles cuando pasa por el puente. Unos le tiran claveles, otros le tocan las palmas y un escalofrío lento te va sacudiendo el alma.
Portado sobre los hombros de la gente de su barrio, con que garbo, con que arte lo llevan los trinitarios, que señorío derramas al pasar por calle Larios. Crece al paso del Cautivo la fe de los malagueños, que entre flores y saetas Málaga lo va meciendo.
La gente se arremolina, mujeres, niños, ancianos lo guardan en cada esquina y va moviendo la brisa una túnica divina. Un rayo de luna clara le va alumbrando la frente y el hijo de Dios se aleja entre el clamor de la gente.
Cruzando por la alameda con un paso marinero, el que anduvo entre las aguas, el que murió en el madero. Es Dios que baja del cielo en cada semana santa y en Málaga se pasea con una túnica blanca.